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nº 16 Dic. 1998
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nº 16 Diciembre 1998
nº 16 Diciembre 1998

Manantiales y Pozos indice.gif (1589 bytes)

Artículo de Gerardo Gil, ampliación del ya publicado en el núm. 9 de
«La Troje» en agosto de 1990. Describe los lugares donde se
conseguía agua en la villa y su término.

Localización de los antiguos pozos en el casco urbano de Hita.En la década de los cincuenta, cuando los tractores no habían hecho su aparición, existía un número de caballerías con las que se realizaban los trabajos en el campo que hoy hacen o pueden hacer una decena de tractores.
El número de yuntas estaba alrededor de ochenta, lo que contabilizaría ciento sesenta acémilas. Teniendo en cuenta que en muchas casas había también algún borrico u otra mula de non, el número total de estos animales podría ascender a doscientas cabezas.
Serían por tanto doscientos animales que un día cualquiera se encontrarían repartidos por los campos de Hita, siendo normal al desparramar la vista ver por todas partes siluetas de estas bestias. Así mismo eran típicas las retaílas que se formaban en los caminos y que confluían en las entradas del Pueblo.
Era normal, para no perder tiempo en idas y venidas, ir a trabajar para "todo el día", quiere decirse que se llevaba el labrador su comida y el pienso de sus animales. Como es lógico, siempre que se podía los yunteros se juntaban a comer al lado de algún manantial. Esas fuentes están desaparecidas en su mayoría, pues al no ser necesarias se han ido cegando, no quedando más que un humedal de juncos y maleza.
En el estío eran como pequeños oasis. Yo pienso que siempre que alguien se acercaba a saciar su sed o a disfrutar del frescor del agua, las fuentes ejercían una atracción tal que hacían caminar cada vez más deprisa al lugareño a medida que aumentaba su proximidad.
Años 90. Fuente del Granerillo.Un charco cristalino de no más de un metro de diámetro, un bote con un agujero sobre una piedra, unas piedras donde apoyar las rodillas y poder así también beber de bruces, algún excremento de rata de agua, quizás alguna sanguijuela, el fondo a no más de una cuarta de profundidad, de arena limpísima y un glu-glu caprichoso del agua que al brotar de la tierra impulsa los pequeños granitos de arena formando minúsculos cráteres.
Sus nombres nada originales obedecían siempre al lugar del campo donde se encontraban. Así, entre las más importantes teníamos: la fuente de la Paloma, la del Tejar, la del Badillo, la de la Andehuela, la de Dovín, la del Cubillo, la de los Tajones, la de Camino del Monte, la de los Ángeles, la del Conejo, la del Prado, la de Peña El Gallo, la de Perdiguel y la de Valdemoro. Habría que añadir alguna noria o pozo en algunas huertas, así teníamos: Palomares, Frías, Andehuela, Anchuela, tío Edmundo y Pinilla sin olvidar la ya histórica Fuente Vieja cuya agua es el sobrante del manantial que abastece al Pueblo pero que, a primeros de siglo, era el lugar de donde había que abastecerse, ya que un molino de viento metido en un arroyo estaba más veces parado que dando rendimiento.
Los animales, cuando abrevaban en el Pueblo, se tenían que conformar con agua de pozos, de bodegas (minas) y de tres pilarejos en las afueras del Pueblo. Eran y siguen siendo tres pequeños manantiales en los cuales se había construido un pilón de piedra. Dos de ellos, aunque semitapados de erosiones y maleza, aún se pueden observar: uno de ellos se encuentra en el bacho de Pilarejo, otro está en la ladera del cerro del Castillo a la izquierda del camino de la Fuente Vieja. El tercer pilarejo, completamente oculto, se encuentra a unos veinte metros al norte del Centro Médico. Este pilón se abastecía también de un pozo que recogía al parecer las aguas de lluvia.
Años 90. Fuente Vieja.En el casco antiguo era rara la vivienda que no tenía su pozo-aljibe. Estos pozos horadados en el duro légamo, generalmente no "daban" agua. Ésta era recogida mediante canalones de los tejados. Al estar el Pueblo en ladera, entre los pozos había filtraciones y se daba el caso de que algunos disponían de agua durante las cuatro estaciones. Su antigüedad es difícil predecir pues se dan casos que su ubicación se encuentra en medianerías de casas muy antiguas. En su mayoría solían estar en los corrales o bien en los patios interiores.
Un brocal, una garrucha y una pila de piedra como abrevadero formaban el típico conjunto.
Algunos abuelos del pueblo me han ayudado a ubicarlos en un plano de Hita. Seguramente no están todos los que son, pero sí son todos los que están aunque la mayoría han desaparecido sirviendo de escombrera.
Estas historias, pequeñas historias, son el reflejo de que lo que no sirve desaparece, aunque algunas de ellas hayan desaparecido contra toda lógica para el pensamiento actual o futuro. Ejemplos no faltan.


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