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¿Existió Juan Ruiz,
Arcipreste de Hita? |
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No sé si algún hiteño habrá tenido la mala fortuna de no
experimentar cómo se le llena a uno la boca al declararse
procedente o integrante de este lugar. ¿Cómo iba a ser de otra
manera? Muchísimos pueblecitos cuentan en su haber con
antiquísimas raíces y prestigiosas reliquias, pero ¿cuántos
pueden autoproclamarse definidores de uno de los más tempranos e
importantes entes de las letras castellanas?. Ese ahuecamiento
que mostramos al manifestamos nuestra procedencia o relación con
la villa queda justificado en gran parte por el hecho de que Hita
es uno de los atributos más importantes de un tal Juan Ruiz,
porque -en rigor- muy poco se sabe de él como figura histórica,
a parte de su nombre y el cargo que desempeñó como Arcipreste
de Hita y sus dominios. Muchos enigmas encierra el famoso Libro
de buen amor (datación, intención, recepción...) pero aquí
vamos a centrarnos únicamente en el referente a la autoría,
esto es, ¿quién escribió la obra?, ¿existió realmente un
hombre llamado Juan Ruiz, Arcipreste de Hita?, ¿quién era ese
Juan Ruiz?. Hasta hace muy poco tiempo cualquier hipótesis
podía ser válida para contestar a estas preguntas porque no
existía ningún documento que diera cuenta de la existencia de
un Arcipreste de Hita llamado Juan Ruiz que hacia mediados del
siglo XIV tuviera la madurez y sabiduría suficiente como para
escribir tan magistral "Libro". Lo único que se sabía
era lo que en la propia obra el "autor-protagonista" se
dignó a contar sobre sí mismo. Entre otras cosas (no muchas),
en dos de las estrofas del "Libro" nos informa sobre su
nombre y condición:
E por que de todo bien es comienço e rraiz la Virgen Santa
María, por ende yo, Joan Roíz, açipreste de Fita, della
primero fiz cantar de los sus gozos siete, que ansí diz: (19)
Yo Johan Ruíz, el sobre dicho açipreste de Fita, pero que mi
coraçón de trobar non se quita, nunca fallé tal dueña como a
vós Amor pinta, nin creo que la falle en toda esta cohita. (575)
Se sabe que el Libro de buen amor fue escrito a mediados del
siglo XIV, posiblemente hacia 1340. Ahora bien, son muchos los
clérigos que en este período se presentan con el nombre de Juan
Ruiz . Sólo en Castilla aparecen registrados dieciséis, pero no
hay ningún testimonio que conecte a cualquiera de ellos con el
arciprestazgo de Hita ni con el Libro. Fíjense hasta qué punto
llega el desconocimiento sobre este escritor que se ha llegado a
postular que jamás pasó por la vida real, siendo su nombre un
mero seudónimo utilizado por un autor anónimo para confeccionar
una autobiografía ficticia. Dentro del bando de los
investigadores que aceptan la existencia histórica del
Arcipreste los hay que han llegado a conclusiones tan pintorescas
como que Juan Ruiz fue un tal Juan Rodríguez de Cisneros, hijo
ilegítimo de un noble palentino de la casa de Cisneros que cayó
en manos de los moros y en su cautiverio mantuvo relaciones con
una cristiana, también presa, en la que engendro al Arcipreste
de Hita. En fin, el problema es el de siempre, ¿con qué se
puede avalar tales hipótesis?. El Johan Ruiz que se autopresenta
en la obra podría ser cualquiera de los muchos clérigos que en
esta época llevaban ese nombre y apellido, pero en necesario un
documento fiel que lo acredite.
Afortunadamente se ha descubierto un testimonio fundamental que
supone un paso adelante en la identificación de nuestro
Arcipreste. Se trata de una sentencia dictada por el
"maestro Lorenzo", canónigo de Segovia, resolviendo la
larga disputa entre sucesivos arzobispos de Toledo y la cofradía
de los curas párrocos de la Villa de Madrid. Esta sentencia fue
firmada por ocho testigos y uno de ellos es el
"uenerabilibus Johane Roderici archipresbitero de
Fita". Es evidente que no se puede afirmar con rotundidad
que este "venerable Juan Rodríguez (Ruiz)" sea el
verdadero autor de el Libro de buen amor, pero lo cierto es que
la coincidencia de el nombre, el oficio y la fecha (el documento
es del año 1330) es muy significativa, cuando menos lo
suficiente como para reducir considerablemente la hipótesis de
que el máximo motivo de nuestro orgullo no sea más que un
personaje ficticio. Es un argumento bastante sólido ¿verdad?,
pero permítanme ir un poquito más lejos en la defensa. La
probabilidad de que el protagonista de esta autobiografía
ficticia que es el Libro sea la misma persona que a sí mismo se
presenta está asegurada por otras "autobiografías"
medievales. La mentalidad literaria medieval no admitía la
posibilidad de encontrarse con un autobiógrafo imaginario con
identidad distinta a la del autor, tal como lo encontramos desde
el Lazarillo de Tormes en adelante.
En conclusión, creo que podemos continuar alzando la cabeza al
declararnos hijos de estas tierras tan pateadas por este insigne
personaje histórico.
Gema Garrido
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