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nº 9 Agosto 1990
nº 9 Agosto 1990

Lo que el olvido se llevó

No es la primera vez que pasa ni el único lugar donde ocurre, pero creo que debe servir de precedente en actividades posteriores.
La primavera pasada, la "Asociación Cultural" organizó una especie de mancomisión en colaboración con las autoridades que consistía en dedicar un día a la repoblación forestal.
Bien, ese día, ese domingo en concreto se llevó a cabo dicha actividad, asomó una mañana primaveral, espléndida y no tardaron en aparecer los primeros madrugadores, poco a poco se fueron agregando el resto de la gente, para en perfecta armonía, ir plantando cada uno o por grupos su árbol.
Es cierto que el cuadro de todas aquellas personas quedaba perfecto, y además que suena y da mucha facha expresiones como:
¡¡Amar a la naturaleza!!, ¡hay que cuidarla!... etc.
Pero argumentando el artículo -"A LOS ÁRBOLES" de J. Miguel Blas, que aparecía en el último número publicado- podemos percibir que lo que intuía se ha cumplido, y que todo ha quedado en eso, en el ¡¡día de...!!, pero después, ¡¡mierda!!
Cincuenta árboles plantados, pero ¡plantados! en el sentido más vulgar de la palabra, porque nadie nos hemos preocupado de regarlos, de cuidarlos; y ¿que ha ocurrido? pues los resultados hablan por sí solos.
En el fondo, ha servido para comprobar que somos iguales que el resto de humanidad, y que seguimos haciendo una vida de rebaño.
Se crea el "Día del árbol, del niño, de la humanidad..." ¡¡¿para qué?!! Para que ese día no falten los elogios, los nombres, renombres, homenajes, el presidente, el secretario, dirigentes... pero después ¿qué? se incendian bosques, se talan árboles, se abandonan niños... se les mata de hambre, se violan derechos, se cometen asesinatos, se incumplen..., se pisotean...se ignoran...
En definitiva este "1 día del árbol" en nuestro pueblo pasó con excesiva pena y sin gloria alguna. Esperemos que este año podamos celebrar "2 día del árbol", y que el "Día después del día del...", se convierta en los días sucesivos y que deje de ser un dicho para convertirse en un hecho.

José Ignacio Blas.


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